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- Piero della Francesca: pintor y matemático (Parte I)
martes, marzo 04, 2014
Hoy día Priero della Francesca (c. 1412-1492) es reconocido
como uno de los pintores semifinales del Renacimiento. Sus obras son
consideradas arquetipos de ese portentoso despliegue técnico de quienes
comenzaban a dominar la naciente ciencia del trazo en perspectiva, la llamada costruuzione leggitima, gracias a la
cual objetos y personajes representados en una pintura parecían habitar un
espacio pictórico real. Este simple hecho habría bastado para cimentar la fama de Piero. Sin embargo, su figura resulta también excepcional por haberse
forjado, de manera independiente a sus talentos artísticos, una reputación como
matemático.
Poco se sabe de la vida de Piero y , a pesar de formar parte
de la lista de ilustres artistas incluidos en la colección de relatos
biográficos debida a Vasari (Vite, 376-380), no hasta el siglo XIX que el mundo
del arte volvió los ojos hacia su obra. Nació en el pequeño pueblo de Borgo San
Sepolcro (hoy Sansepolcro) y realizo su trabajo en sitios relativamente poco
importantes; estos, sin embargo, se han convertido en templos a cuyos muros
acuden como peregrinos los amantes del arte. Ejemplo paradigmático de esta
situación es el relativo a la Flagelación de Cristo (imagen de abajo), una de las más famosas y
preciadas obras del Renacimiento, que permaneció casi desconocida hasta
principios del siglo pasado. Cuando los historiadores del arte posaron su
atención en ella Della Francesca era recordado más como artesano versado en las
disciplinas matemáticas que como pintor.
Durante el siglo XIX Piero era tenido por autor de varios
tratados matemáticos, aunque de ellos solo se conocían tres. La flagelación,
por su parte se apreciaba como una obra menor aunque curiosa, que reflejaba sus
intereses como matemático; también destacaba en la pintura la presencia “de una
necesaria y generosa ley” que ligaba nuestras percepciones con la óptica y las
matemáticas (Guston, Della Francesca).
Estas consideraciones proponen un marco de referencia para
entender de manera unitaria su legado artístico y matemático y captar así la
pureza matemática bajo la que se acomodaban las formas que, flotando “cual
joyas en el aire transparente y la argentina luz”, se posaban en los espacios
claramente definidos por Della Francesca.
Hacia una teoría de la pintura: arte, óptica y matemáticas
A fines del Medioevo los vínculos más estrechos entre la
ciencia y el arte ocurrieron en el seno de lo que se entendía por óptica. Esta
disciplina aportó los elementos teóricos para que pintores, escultores y
arquitectos desarrollaran técnicas con el fin de generar la ilusión de un
espacio consistente y racional donde se distribuían objetos tridimensionales
representados con las proporciones correctas-tamaños relativos-entre unos y
otros. Además, sugería cómo imitar la acción de la luz natural para denotar
relieves. Muestra de su pertinencia para pintura es que los dos primeros
escritos teóricos del tema, el De la pintura de León Battista Alberti (1435) y
los Commentarii de Lorenzo Ghiberti (1478), dedicaron una de las tres partes
que los componen a discutir los usos de la óptica en el arte.
El de Alberti es un tratado corto donde expone lo que
constituye una teoría de la pintura y presenta la ciencia de la perspectiva de
los artistas o perspectiva artificial, con lo que la distingue de la óptica
tradicional, conocida en el Renacimiento como perspectiva naturalis o communis.
Para algunos, este tratado de arte es el más original y el que mayor influencia
ha tenido a lo largo de la historia. Esto podría ser algo exagerado, pero lo
que sí es un hecho, es que con su publicación, Alberti creó un octavo arte
liberal-que se sumaba a las tres disciplinas del trívium y a las cuatro del
cuatrium-y situó al artista en la posición de intérprete del orden que se
manifestaba a través del universo visible. Entusiasmado con las matemáticas de
la luz y del espacio, el pintor semejaba un dios que contemplaba su propia
belleza en los reflejos de la Naturaleza.
Alberti, uno de los más preclaros ejemplos del humanismo
florentino, abre su Libro I señalando que “en aras de un discurso claro, al
escribir…acerca de la pintura, tomaré de los matemáticos aquellas cosas que
parezcan relevantes para el tema. Cuando éstas sean aprendidas intentare:
explicar el arte de la pintura a partir de los principios básicos de la
naturaleza”. Lo cual aparentemente sitúa la obra dentro de la tradición de las
ciencias aplicadas que eran de uso común en talleres y botteghe o escuelas de
oficios. Sin embargo lo cierto es que De la Pintura es un tratado didáctico de
corte humanista, compuesto en el espíritu de los escritos de Cicerón, Séneca y
Quintiliano, y, por lo tanto, leído y estudiado principalmente por una élite
intelectual que populaba en las cortes y que tenía acceso a las nuevas
bibliotecas de quienes veían en la cultura de sus productos una comodidad que
halagaba sus vanidades a la vez que exhibía su grandeza.
El texto de Ghiberiti corresponde a otra tesitura y, al
igual que el libro que Il libro dell´arte de Cennino Cennini (1390), esta
dirigido primariamente a los nuevos pintores que aprendían el oficio en alguno
de los múltiples talleres donde se les entrenaba en cuestiones prácticas y
teóricas, mismas que resultaban muy lejanas de lo que las universidades enseñaban.
Por su parte, y hasta donde ha sido posible establecerlo, el Tratado de pintura
de Leonardo no encajaba en ninguna de estas categorías, apuntaba más bien en
todas direcciones, busca seducir al rico patrono con las posibilidades de su
ingenio, aconseja al no iniciado sobre el uso de las sombras y los efectos
atmosféricos y guía al más experimentado en complejas rutas de la perspectiva.
Partícipe de estas preocupaciones, Piero escribió un tratado
que toca un aspecto de la pintura: la perspectiva...